Mañana será otro día.

Entonces llego a casa, no tenía ganas de hablar, y posiblemente si lo intentara  tan solo conseguiría decir el nombre que tanto  atormentaba  su cabeza para después romper a llorar como una niña pequeña e indefensa. Se tumbo en la cama, podía sentir el frío del invierno entrando por su ventana pero no era capaz de levantarse a cerrarla. Se quedo mirando el cielo, mientras sus ojos empezaron a llorar. Estaba cansada, herida le dolía cada musculo de su cuerpo pero lo que más le dolía era su propio corazón. Cerró sus ojos y sin quererlo empezó a recordar todo lo que había pasado, recordó aquel lugar, aquel lugar que los había visto crecer, aquel lugar que les vio enamorarse día tras día, aquel lugar que los vio comerse a besos. Recordó las veces que él le decía que ella lo era todo en su vida, que sin ella se moría y se pregunto una y mil veces ¿Dónde quedaron todas sus palabras?  Recordó los buenos momentos las sonrisas, los abrazos, en busca del momento en el que todo se rompió pero por más que buscaba no era capaz de encontrarlo. Se dio cuenta de que estaba rota, derrotada pero también se dijo que esta historia no iba a acabar con su vida, se dijo que hoy iba a llorar pero que mañana no se iba a olvidar de sonreír. Se dijo a si misma  hoy eres un edificio en ruinas pero mañana serás el rascacielos más alto de esta ciudad. Entonces se seco las lagrimas  de sus ojos, se levanto de la cama, cerro la ventana  y apago la luz mientras susurraba que mañana sería otro día, su día.